“La tomé en San Cristobal, la ciudad de los viajeros”

El fotógrafo Álvaro Núñez Reinhardt explica a «La gran belleza» los entresijos del momento en que hizo la fotografía que ilustra la portada del «número 0».

Álvaro Núñez Reinhardt nos recibe en la taberna La chulapa, uno de esos lugares de Lavapiés donde aceptan perros, condición sine qua non para hacer la entrevista, ya que no quiere dejar a su Nona en casa sola. Cree en la formación práctica más que en la teórica y en la emoción más que en el concepto. Se crió en Leganés y confiesa haber sido electricista vocacional desde los 11. Unos años más tarde, a los 24, se reconvierte en fotógrafo tras comprobar que “la electricidad no es lo mío”. Aun así, algo de sus primeras inclinaciones le quedan, porque a día de hoy trabaja como jefe eléctrico en rodajes en la productora audiovisual LechuckStudio.

P: El número cero lleva una de tus fotos como portada. ¿Dónde la tomaste?

R: La foto es del barrio de la familia de mi padre. Es una ciudad de la provincia de Santa Fe, en Argentina, que es un poco rural. Como se ve en la foto, todo un poco abandonado. Siempre a la gente que le gusta hacer fotos o dibujar como que esa parte decadente nos gusta un poco.

P: ¿Cómo se llama?

R: San Cristóbal.  Es el patrón de los viajeros, de los camioneros.  Es el santo de los conductores, de la carretera.

P: En la foto vemos un tren…

R: Siempre me han fascinado los trenes. Me encantan. Hablando del viaje, si puedo viajar en tren, yo estoy feliz. No sé, el traqueteo. Me parecen cómodos y te puedes levantar. No es como un autobús o como un avión. Puedes caminar dentro de lo que estás viajando. Estirar las piernas y luego los compartimentos; como que hay mucha vida. Yo con mis amigos hemos viajado varias veces de Interrail y los trenes como que interactúan mucho con la gente. En el vagón siempre hablas y me parece una bonita manera de viajar. Y un poco romántica, quizá. No sé. Y en Argentina me dio mucha pena ver que todo el sistema ferroviario había muerto un poco. Era muy grande y hay mucha larga distancia. Es verdad que el autobús está muy bien preparado para viajar pero no hay trenes, no es cómodo, no es práctico. Solo hay trenes como cercanías en Buenos Aires pero no hay trenes de larga distancia para viajar y, no sé, me da un poco de pena. Entonces, cada vez que veía trenes abandonados me tiraba a ellos.

P: ¿Y la silla vacía?   

R: Pues la silla vacía estaba ahí. Simplemente, me llamó la atención: el típico sitio abandonado que tiene cosas abandonadas pero me gustaba… No sé. Es una silla en la que no te puedes sentar. También con todo el tema del viaje, como que te invita a caminar. Una silla que te invita a caminar, a moverte. Simplemente me gustó, la verdad. Todo el tema decadente y un poco viejo, oxidado, me gusta mucho. Me gustan las cosas viejas.

P: ¿Qué representó ese viaje para ti?

R: Ese viaje para mí a nivel profesional fue un punto de inflexión. Yo trabajaba de electricista aquí en España y llegó un momento que no me llenaba y, como me interesaba mucho la fotografía, decidí intentarlo. Entonces, conseguí un fotógrafo que me apadrinó, me dio clases particulares en su casa y poco a poco fui aprendiendo. Llegó un momento que dejé mi trabajo y decidí intentarlo a nivel profesional con la fotografía. No me fui muy bien en España. Mis padres son argentinos, yo nací aquí en España, pero tengo aquí toda la familia. Hablé con mi primo y me dijo que la situación en Argentina estaba bien, que había trabajo, y estaba desesperado porque se me estaba acabando el dinero. Cuando trabajaba de electricista había ahorrado y ya… o sea, yo dejé mi trabajo en 2010, que era en plena crisis. La gente decía que era un chalado, que era un loco y, cuando acabó esta etapa, pasaron tres años intentándolo aquí, no ganaba dinero, iba gastando ahorros y, con los últimos ahorros, decidí probar en Argentina.

P: ¿Y cómo fue la experiencia?        

R: En Argentina llegué y mi primo me acogió en su casa de soltero donde él tenía un negocio. Entonces, él venía por la mañana, metía una moto al lado de mi cama, me dejaba durmiendo con olor a gasolina y abría el negocio.

P: Hemos elegido el tema del viaje para el número cero porque arrancamos un camino nuevo y porque viajar te hace pensarte desde fuera y, como creadores, es algo que creemos ayuda. ¿Cómo ves la relación del viaje y la creación?  

R: Como no tengo estudios académicos de foto, fue algo más visceral, que me interesaba la fotografía, conseguí que me enseñaran pero no estoy muy puesto en el tipo de fotografía y tal. Sí que me gusta mucho esa fotografía documental como observador y cotilla de la gente y de la vida.

P: ¿Como tu perro?

R: Claro. [risas] Sí, yo creo que viajar a mí como que me saca ese lado cotilla, voyeur, no sé cómo llamarlo, pero de observar desde fuera y plasmar cosas que a mí me parecen bonitas: que ya puede ser el retrato de una persona que me ha parecido muy guapa o, no sé, alguna curiosidad, animales, geometría, composición… No sé. Todo. No sé. Un viaje te explota la cabeza.

P: ¿Y ahora en qué estás trabajando?

R: Ahora mismo estoy en una productora y estoy más en el departamento de iluminación. Yo hago de gazer, es decir, jefe de eléctricos. Entonces, sí que es verdad que cuando decidí estudiar fotografía hice un curso de iluminación para cine y publicidad en el que, básicamente, te enseñaban a que manejar la luz y la fotografía significa pintar con luz. Entonces, yo creo que era básico para hacer fotos saber manejar la luz. Y la verdad es que me ayudó mucho para ese curso en concreto. Pedían estudios audiovisuales y yo no los tenía, pero en la entrevista, no sé, se ve que les caí bien o decía cosas coherentes porque me cogieron y ahí aprendí a manejar la luz. Y ahora estoy con el tema este de iluminación. Rodajes… más vídeos. Hago poca foto últimamente pero bueno… yo sigo diciendo que soy fotógrafo.

P: Hablemos de las fotos que hemos elegido para la web.

R: Esta del retrato de mis abuelos para mí es importante porque es el último retrato que tienen juntos. Es gente de otra época. Se ve mucho el machismo, ¿no? Mi abuelo está en primer plano, mi abuela en segundo. Están separados. Es como un poco el rollo este antiguo del hombre primero y la mujer detrás y, bueno, el tipo de luz… no sé. Me gusta mucho ese retrato. Además, son mis abuelos y tuve la oportunidad, también gracias a ese viaje, de verles juntos antes de que falleciera mi abuelo y, no sé, esa imagen me parece brutal.

P: Es brutal…

P: Y en ese viaje me llevé una cámara Polaroid y también la tengo revelada en ese formato, que es como más brutal también, porque da ese aspecto más antiguo y parece totalmente una foto de otra época. Está muy guay.

P: ¿Y esta de la niña a dónde te lleva?

R: Esa foto me gusta mucho. No sabría decirte el motivo. Es un atardecer. Tampoco tiene nada especial. No sé… Me gusta mucho que no salga la cara de la niña por el tema de derechos de imagen y eso. Legales y de la gente, que hay mucho enfermo… Es un tema muy delicado y con niños hay que tener mucho cuidado. Pero no sé: la bici, las calles son de tierra, muy pueblo. Las casas ni siquiera están juntas, están separadas.

P: A veces pasa ¿no? Ves una foto y dices ¡es la hostia! Pero no sabes el porqué. No sé si es algo emocional o…

R: Es algo así. Esa secuencia de fotos de ese atardecer fue muy mágico porque eso estaba en casa de mis abuelos, salí y todas las calles eran de tierra y la luz estaba increíble. Hay un perro y el viento viene en contra y entonces lo siluetea correctamente. Y luego hay mucha oscuridad en las fotos. Son unas fotos con mucho contraste porque es el atardecer pero no está tan baja la luz como para poder compensar las sombras y las otras luces. Entonces, tiene algo ese rato porque fue muy mágico para mí. Me gustó mucho.

P: Cuando haces una foto, ¿te gusta más una foto de estudio o salir con la cámara y buscar cualquier cosa?, ¿cómo te inspiras?

R: Es que no sabría decirte ahora mismo porque digamos que cada tipo de foto te llama la atención en un momento de tu carrera como fotógrafo. Entonces, al principio lo que quieres hacer es foto con la cámara, te da igual una cosa que otra. Luego entras a estudio y, por ejemplo, cuando hice un estudio de iluminación y entonces ya te enseñan a iluminar un bodegón, la lucecita la mueves un pasito y haces una cosa, le pones un papel blanco y rebota la luz, le pones un papel negro y la cortas y juegas con la luz, y eso es muy bonito también. También es un poco aislado porque si tú haces foto en estudio a producto tú estás solo con la luz y el producto, y es un poco solitario ese tipo de trabajo. Luego, no sé, es que me gusta todo. Me gusta experimentar y depende del momento también. Es verdad que cuando se profesionaliza también pierdes un poco también, te da un poco de pereza porque su mente se estructura a hacer fotos de una manera laboral. Entonces, se pierde un poco la frescura pero yo siempre que tengo vacaciones o que hago un viaje, intento llevarme la cámara con un objetivo fijo, un 50, y jugar. Jugármela, experimentar… También cuando estás trabajando, como todo tiene que ser muy correcto, tienes que dar una calidad de imagen y estás condicionado.

P: Si el cliente te pide sota, caballo y rey se lo tienes que dar.

R: Claro. Entonces, lo bonito de cuando viajas es que tienes toda la libertad, no te hace flash, ¿no hay luz? Pues fuerzas la cámara a muerte, luego a lo mejor sale una foto destruida pero que tiene algo… No sé, es bonito ir con la cámara, porque te da toda la libertad.

Fotógrafo
Alvaro Nuñez Reinhardt
Mini-Biografía
Se crió en Leganés y confiesa haber sido electricista vocacional desde los 11. Cree en la formación práctica más que en la teórica y en la emoción más que en el concepto. Unos años más tarde, a los 24, se reconvierte en fotógrafo tras comprobar que “la electricidad no es lo mío”. Aun así, algo de sus primeras inclinaciones le quedan, porque a día de hoy trabaja como jefe eléctrico en rodajes en la productora audiovisual LechuckStudio.