El poeta Federico Viera nació en Banfield (Argentina) muy cerquita de la casa donde Julio Cortázar pasó su adolescencia. Es uno de esos porteños con abuela gallega que emigró a Buenos Aires en los 50 en busca de nuevas oportunidades. Sobre el viaje, esto es lo que nos cuenta:

 

¿Nunca se han preguntado qué impulsa a las personas a viajar? ¿De dónde sale ese espíritu de buscar en el viaje la respuesta a una pregunta que aún no existe?

Esa respuesta se transforma en un simple boleto, de papel o electrónico, y te pone en vereda de tu próximo destino. Los sueños, como la ansiedad, van aumentando y convierten al calendario en una autopista directa hacia la aventura. Qué bella sensación genera saber que se va acercando ese día donde todas las esperanzas se convierten en realidades y lo desconocido pasa a ser lo cotidiano. Levantarse a la mañana teniendo la certeza de que no vas a ser la misma persona por la noche y que el libro de tu vida tenga una nueva página.

Poeta
Federico Viera
MINI-BIOGRAFÍA
Camarero, ceramista, electricista... pero, sobre todo, poeta. Autodidacta en la mayor parte de sus labores, ahora estudia a conciencia francés e inglés para llegar con algo que decir a Nueva Zelanda, la que será su próxima casa desde abril de 2018.
WEBSITE
Facebook/Federico Viera
Espíritus escapistas

Siempre que veo a alguien con su bolso al hombro, cara de cansancio, ropa sucia y ojos llenos de ideales, amores, dudas y miedos, veo futuros escritores o presentes poetas atravesando sus mares de locura y espíritus escapistas e inconformistas.

Veo a personas que hacen del mundo su patria y de la libertad su única y real bandera. Sin más religión que el respeto a todas las culturas y hambre de conocer todo de cada lugar, enriquecer su lenguaje aprendiendo otras lenguas, u otras expresiones. Sentirse parte de una conversación en un bar en la otra parte del mundo, aprender juegos de mesa, o ver un espectáculo callejero, disfrutar de la risa de los demás, ser una pieza que integra el mapa de cualquier ciudad, cualquier pueblo y cualquier sitio de este enorme país llamado planeta Tierra.

 

Elegir tu destino

Pocas cosas en la vida son tan gratificantes como el poder elegir sobre tu propio destino. El ser autor, protagonista y guionista de tus aventuras.

Tener en tus manos la decisión de navegar en barco, en avión, en automóvil o a pie, si dormir solo o acompañado. En una tienda, en un bosque, en una cabaña en las montañas o bajo el seguro firmamento repleto de estrellas en el medio del campo, sin luces artificiales que las obstruyan.

No importa el frío, ni el calor, ni el hambre, ni la sed. Para alguien que se ha declarado viajero, esas sensaciones no les hacen mella, son parte de uno y se asimilan como el respirar o el caminar; solo los simples y sedentarios mortales las padecen y ven en el viajero a un terrorista de lo lineal, a alguien al que se considera lo opuesto a lo establecido. Un sin patria, un sin hogar, un antisistema y toda clase de lo que creen insultos pero, en realidad, lo que ven en el viajero es al idealista, al que se anima a soñar e ir tras esos sueños. Al que no ve los límites que se le intentan imponer, al que hace y deshace su destino usando las piedras que encuentra en el camino para fabricar una senda más sólida donde poner a andar sus anhelos y proyectos.

Ahora sí, preparad vuestras maletas, saludad a los vuestros, que el mundo es grande y es de todos. A tomar mate en Buenos Aires, de bar en bar y tapa en tapa en Madrid; a nadar con tiburones en Maldivas o atravesar el Océano Pacifico en balsa. No importa el cómo ni el porqué, lo único que importa es tomar el timón de nuestras vidas, acomodar las velas de nuestro barco y fijar rumbo hacia la verdadera felicidad, que los vientos del destino no podrán jamás desviarnos de nuestro único final: La Libertad.

Desde La gran belleza agradecemos a David Aguirre la imagen que ilustra el vídeo.